De todos los cereales que se emplean en la elaboración de whisky, el más utilizado es la cebada.
Esta planta de espigas, mimada desde hace siglos por generaciones de escoceses, es la que contribuye en mayor medida a dar cuerpo al buqué aromático del whisky.
Los enamorados del oro caledoniano, seleccionan cuidadosamente sus granos redondeados que desprenden un dulce olor a paja.
No todas las variedades de cebada son apropiadas para la elaboración de néctares finos y con carácter. De las tierras altas a las tierras bajas escocesas, las destilerías exigen disponer de una cebada rica en almidón para que se transforme generosamente en azúcar en la fase de fermentación.
Más allá de la variedad elegida, la calidad de la cebada tiene que ser irreprochable. Los granos deben recolectarse y almacenarse con sumo cuidado para que ofrezcan lo mejor de sí mismos, tanto en el proceso de malteado como en el de destilación.
