El tradicional proverbio escocés «la lluvia de hoy es el whisky de mañana» deja claro, en caso de duda, la importancia que el whisky tiene en la vida diaria. Aunque a día de hoy el whisky traspasa las fronteras de Escocia, la patria del clan McLeod sigue siendo una de sus cunas. La primera producción de whisky oficialmente registrada en Escocia se remonta al año 1494.
Hoy en día, las destilerías de whisky, con su hermosa chimenea y su característico olor a alajú, siguen siendo un punto de referencia característico del paisaje poblado de landas y brezos.
Con más de cinco siglos de experiencia a sus espaldas en la destilación de whisky, Escocia ha alcanzado la cumbre en este arte. La tierra escocesa está íntimamente relacionada con la identidad del whisky escocés. Esta bebida espirituosa es el punto de encuentro entre un saber hacer ancestral y una abundancia de recursos naturales; la alianza entre el agua que cae del cielo y la cebada que nace de la tierra caledoniana.
Orgullosos de su whisky, a los escoceses les gusta que se conozca. Los compatriotas de Sean Connery afirman que interesarse por la cultura del whisky es una excelente forma de conocer sus tradiciones.
